viernes, 9 de marzo de 2018

Donde comenzó todo


Aún no recuerdo bien el instante donde mi vida cambio por completo, o creo que sí...

Yo era una adolescente más, con 14 años a toda chica le gusta pasar las tardes con sus amigas, ir de compras, hablar del chico que tanto te gusta, todos hemos sido adolescentes. Recuerdo perfectamente el día en que iba a visitar a una amiga y empezó un dolor en el cuello punzante y con inflamación. Todo parecía normal, podía ser una contractura cualquiera o una picadura de algún bicho, pero no lo era. Pasaban las semanas y dolía más, y la inflamación ya no era solo de un lado sino de ambos. Acudí varias veces al médico para buscar una solución, donde siempre encontraba la misma respuesta “Haremos esta prueba para descartar…” Creo que perdí la cuenta de todas las pruebas que me hicieron y los resultados seguían siendo los mismos “Negativo”. Nada era malo, eso tranquilizaba por un instante, pero cuando me daba cuenta ahí seguía el dolor y la inflamación y eso no tranquilizaba. Un día la doctora me dijo que por fin sabían que tenía, se llamaban “Vegetaciones” y no son nada malo, con una sencilla operación te limpian las fosas nasales y listo. Toda preocupación se había alejado, una sencilla operación y todo volvería a la normalidad y me olvidaría de tanto hospital y pruebas. 
Llego el día de la operación, recuerdo perfectamente que estaba tan enfadada ese día ya que había una excursión del instituto que tanto deseaba ir y justo era ese mismo día, importancias tontas que le damos a cosas así. Una vez en la puerta del quirófano, el anestesista me indico que abriese la boca lo máximo posible para ver el tamaño del tubo de anestesia, abrí la boca lo máximo posible, he de decir que llevaba ya meses sin poder abrir casi la boca que apenas me entraba una cuchara en ella… Cuando la anestesista vio que no podía abrir más, su cara lo dijo todo. “A esta niña no podemos operarla así, hay que subirla a planta”. 
Recuerdo el camino hacia mi habitación, ¿Qué pasa? ¿Por qué no pueden operarme? ¿Qué hay de malo? Preguntas que no tenían respuesta. A continuación, decidieron realizarme una resonancia magnética, si parece de locos que en todo el año que me estuvieron realizando pruebas no me hiciesen una resonancia magnética. Y la resonancia dio la respuesta a todas esas preguntas. Recuerdo perfectamente ese día cuando el médico Manolo, era nuevo en la ciudad y en el hospital, se acercó a mí y me dijo que en la prueba había salido “una bolita” detrás de la nariz, en la zona nasofaríngea y que tenían que destruir “esa bolita” por lo que tendría que ir todos los días a un hospital y varias veces tenía que quedarme ingresada durante un tiempo. Esa fue la explicación que me dio. ¿Qué otra explicación le darías a una niña de 14 años, que tiene toda una vida por delante y tú sabes que su vida ya no será la misma desde aquel instante? Mi respuesta a todo eso fue: ¿Entonces solo tengo que ir al hospital, pero puedo estar en casa y con mis amigos normal no? ¿Cuándo marcho para casa? Sentí un alivio al saber que podría volver a casa y tan solo tendría que acercarme al hospital un tiempo por las mañanas.

Creo que ese fue el instante, el momento donde todo cambio, donde todo comenzó, donde no fui consciente del rumbo que iba a tomar mi vida desde ahí.